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Crecer con la Memoria

Gracias, Justo por tus 100 cumpleaños

 

Por Lourdes Rey Veitia

 

Entre amigos, vecinos y familiares, rodeado de los recuerdos más gratos, Justo Gutiérrez, el machetero que llamaron la combinada humana, que llegó a derribar cerca de 2 mil arrobas de caña diarias, cumplió100 años. 

Allí en el portal de su casa, en el municipio villaclareño de Santo Domingo, más allá de cualquier protocolo se narró en breve su vida dedicada al trabajo y María Consuelo Baeza, secretaria general de la CTC en la provincia le entregó el reconocimiento por su  laboriosidad. Acudieron también miembros del sindicato azucarero y el compañero que durante años fue su eterno contrincante en el corte: Reinaldo Castro, Héroe del Trabajo de la República de Cuba.

El abrazo que ambos se dieron era más que de hermanos, quizás el del “segundo padre” que confiesa Reinaldo ha sido Justo para él. Ese apretón de cuerpos curtidos por el sol y los años tenía por nombre mocha, azúcar, caña, madrugada, millonario de arrobas cortadas.  Era visible que Justo estaba  feliz. Ese hombre -que sigue siendo delgado, lucido y vital - este sábado se volvió cuentero de narraciones cercanas a las de  Onelio Jorge Cardoso, con la diferencia que no son ficción, sino su propia vida.

Recordó el día que Fidel lo condecoró como Héroe Nacional de la Zafra. Según contó, Lázaro Peña -que estaba a su lado- le dijo: Justo hálalo para arriba de ti.  Al repetir la frase que el Comandante  en Jefe le expresó, un brillo especial le brotó de sus ojos gastados: “Este guajiro está duro, hombres como usted son los que necesita  esta Revolución”.

Evocó también a Guevara. Al Che fue él quien le dijo,”Usted ya tiene cinco hijos, podemos hacer una brigada”, porque Justo llegó a tener 18 herederos. Más allá de esas alegrías  habló de su vida antes del triunfo de la Revolución, del tiempo muerto… y sus ojos esta vez se humedecieron. También reflexionó con los presentes de la necesidad de rescatar la producción cañera actualmente y volver a laborar largas jornadas en los campos.

Para Reinaldo Castro, el encuentro se volvió remembranza y   décimas. “Si la energía y la resistencia tienen nombre pónganle Justo Gutiérrez, mire usted que ha llegado a los 100 años y así salieron unos versos…cumpliste los cien primeros y cumplirás cien más… y cada primero de enero estamos llegando a la meta, pero para el otro centenario que te cante otro poeta…”

 

Los recuerdos fluyeron, se invocó a Teodoro y Esteban -los  compañeros que no están-, y a la primera competencia nacional de macheteros.  “Fue en 1963, éramos seis  hombre, ese fue el día que nos conocimos, afirmó Reinaldo.  Me dije,  el hombre de Pinar del Río no es gran cosa, el de Oriente no me preocupa, pero cuando miro para al lado el viejo de Las Villas era una combinada… Después llegó el Che y con  aquella conversación entre los tres se selló esta amistad, porque Justo es un hombre honesto, un revolucionario de corazón”.

“Vengo también a cumplir una deuda conmigo mismo. Compartir con él -por unos minutos- mi gloria como Héroe del Trabajo de la República de Cuba, se la merece, me enseñó todo lo que he sido, cuando yo llegué Justo estaba allí cortando y cortando”.

Así con la bondad de los grandes Reinaldo Castro, el machetero más reconocido de Cuba, colocó por unos instantes en la guayabera de Justo su medalla, esa que nadie duda este hombre de cien años pudo haber obtenido. Justo casi la miraba, esta vez dijo ver bien, aunque lo cierto es que en sus pupilas se reflejaba la estrella solitaria de la gloria que conquistó el compañero de faena. Volvieron a abrazarse y Reinaldo con la voz entrecortada dijo: “Gracias Justos por tus 100 cumpleaños”.

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