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Crecer con la Memoria

Rosa recuerda a Delfín Sen Cedré

Rosa recuerda a Delfín Sen Cedré

Rosa recuerda a Delfín Sen Cedré, joven alfabetizador cubano víctima del terrorismo El día 3 de octubre de 1961 bandas contrarrevolucionarias financiadas por el gobierno de Estados Unidos cometieron este asesinato en el centro de la Isla Por Lourdes Rey Veitia Quemado de Guines llena de recuerdos a Rosa Ondal Fernández. Los caminos por los que transitó hace cinco décadas atrás le vienen a la memoria. Se imagina con la cuartilla en la mano, el farol y aquel traje -nuevo entonces- ya raído, que guarda con especial esmero. “Había ansiado formar parte de la brigada Conrado Benítez, y me parecía un sueño estar allí enseñando”, dice y es perceptible su emoción. Rosa alfabetizaría en la Finca “Las Margaritas”, y tuvo por compañero a Delfín Sen Cedré. “Coincidimos varias veces en las reuniones del Consejo Municipal de Educación, era un muchacho achinado, había sido panadero, dulcero, bodeguero, organizador del sindicato de comercio y gastronomía, en realidad era querido y admirado.” Este joven ante el llamado de la Revolución se incorporó -como muchos de aquella generación- a la Brigada Patria o Muerte, con el propósito de enseñar a leer y escribir a la población analfabeta de la Isla. Específicamente a Delfín le correspondió la finca Novoas. Como nativo de la zona, conocía de la existencia de bandidos en los alrededores, en particular a Thondike, cuyo nombre era Margarito Lauza Flores, hombre sin escrúpulos, vecino del poblado. “Una vez Delfín comentó- narra Rosa- ‘ellos no tienen un ideal por el cual luchar, no podrán con nosotros’. El día 3 de octubre de 1961 bandas contrarrevolucionarias financiadas por el gobierno de Estados Unidos llegaron hasta su escuelita. Preguntaron por “el Chino Comunista”. En muestra de valentía y arrojo se sabe que Delfín respondió “Soy yo a quien ustedes buscan”. “Cuando me enteré del suceso, me quedé perpleja. Fue ahorcado sin ninguna consideración, era un ensañamiento, tenía en el cuello la marca de la agresión y los golpes. Al conocer de su muerte- rememora Rosa- los brigadistas nos fuimos concentrando, le hicimos guardia de honor, nadie flaqueó, la ira nos invadía, aún siento la impotencia de aquellos momentos”. “Luego escoltamos sus restos hasta el cementerio de la localidad. Armando Hart, en ese momento Ministro de Educación, despidió el duelo. Lo asesinaron por el solo hecho de enseñar a leer y escribir a los campesinos de una de las zonas más intrincadas de la geografía del centro de Cuba.” “La muerte de Delfín nos conmovió, algo sucedió dentro de cada uno de nosotros, nos aferramos a nuestra idea, nos consagramos a la tarea Teníamos una meta, que se cumpliría meses después: Hacer de Cuba un territorio libre de analfabetismo”. “Su ejemplo compulsó, por eso no es casual que existan cinco jóvenes cubanos que luchen por evitar el terrorismo en el mundo y por defender a nuestra Patria y que exista un pueblo reclamando justicia y pidiendo que se condenen a reconocidos terroristas”. Este no fue el primero de los crímenes dirigidos, financiados y cometidos por los Estados Unidos en la Isla. Tampoco fue el último que enlutó a un pueblo, que exige justicia aún, a pesar del tiempo y los horrores. En la región central de la Isla el bandidísimo marcó a muchas familias. Este es simplemente uno de los tres mil 478 muertos que ha provocado la política hostil de ese país contra Cuba y ese flagelo macabro que es el terrorismo. También se ha probado que los gobiernos de turno del imperio yanqui apoyaron, financiaron y protegieron a estas bandas que proliferaron en el territorio nacional cubano, enviándoles por diversas vías armas, municiones, avituallamiento, medios de comunicación. En tal sentido son conocidos diferentes documentos como el “Programa de acción encubierta contra el régimen de Castro”, aprobado por el presidente Einsenhower o el llamado “Cuba y el Comunismo en el Hemisferio”, el cual tuvo como objetivo fundamental proponerle a Kennedy incrementar y apoyar las acciones guerrilleras en la Isla. Así mismo se ha determinado, por parte de estudiosos de este tema, que en cerca de seis ocasiones la CIA y el gobierno de Estados Unidos logró que sus agentes contactaran con estas bandas, lo que posibilitó que se recrudecieran las acciones aumentando aún más el terror en el país en esa época. “Esos son solo números- dice Rosa casi sin fuerza en la voz- el dolor no se cuantifica, está aquí”, con su gesto se toca el lado izquierdo del pecho. Esta mujer asegura también que cada vez que escucha hablar de terrorismo y oye los nombres de asesinos como Luís Posada Carriles y Orlando Bosch recuerda aquellos días en que se iniciaba la guerra sucia de Estados Unidos contra la Isla, y recuerda a su compañero; “recuerdo a Delfín”, concluye y su voz es casi un susurro.

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