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Crecer con la Memoria

Abel Santamaría: recuerdo y admiración

 

En  Encrucijada se le rindió tributo a Abel Santamaría Cuadrado, segundo jefe de  la acción del 26 de Julio de 1953, quien nació hace 83 años en ese municipio villaclareño.

Por Lourdes Rey Veitia

 

Abel Santamaría Cuadrado fue recordado -con la admiración  que se le tiene a los grandes hombres- en el municipio villaclareño de Encrucijada, donde nació un día como hoy, pero del año 1927.

Allí la mayoría de los establecimientos, escuelas, centros de trabajos llevan su nombre, una plaza con su figura lo eterniza. Tenerlo cerca, desde la memoria que es presencia, ha sido una necesidad para los habitantes de ese pueblo, los que le rindieron homenaje con canciones patrióticas, poemas y flores en este aniversario.

Quienes lo conocieron lo tiene tan dentro de sí que parecen hablar de un ser vivo y no de alguien que murió hace 57 años atrás.  Francisca Suárez -Paca, su nana- cree acunarlo aun. “Siempre me pedía que le hiciera cuentos y yo le decía: ‘se me acabó el repertorio, tu crees que yo soy cuentista’. Una vez me dice que lo acostara, yo estaba atareada y lo mando a buscar el piyamita que está en el clavito detrás de la puerta, y me contesta; ‘no es que  le tengo miedo a los “pantasmas”. Mire usted, él con miedo a la oscuridad  y después el segundo del Moncada”

Otro recuerdo, tierno igual, lo tiene  Eulalia Vega. Ella lo nombra “El Polaco”, tal como le decían de joven en pueblo por ser rubio y de grandes ojos azules. “Es verdad que me enamoró, pero no fui su novia -reconoce- porque la muerte y las circunstancias no lo permitieron. Cada vez que Abel venía a Encrucijada me visitaba, conversábamos mucho, bailábamos. Fuimos a pasear al campo, montamos caballo, era un hombre amable”.

Otros lo evocan escuchando las arengas de su coterráneo -el líder obrero Jesús Menéndez- en el Central Constancia y en el museo  Casa Natal se muestra la carta de renuncia como empleado de la tienda del ingenio, donde pone como excusa que otros caminos debe emprender en la vida.

Abel para ese entonces conocía las ideas de Martí, sabía de la libertad y soñaba con la justicia. 

Según cuenta Lucila Lima, hija de Eusebio Lima, maestro de Abel, la última vez que estuvo en el pueblo vino a su casa. “Mi padre que lo conocía bien comentó que le había sorprendido la madurez de Abel, que su pensamiento era otro,  muy radical”.

Esa visita sucedió días antes del asalto al Cuartel Moncada.  Abel es hoy leyenda e historia en este pueblo, es además ejemplo de la juventud cubana que dio hasta su vida por un ideal. Fue hecho prisionero durante el enfrentamiento de la mañana de la Santa Ana, luego torturado al punto de sacarle los ojos. Al saber esto, su madre Joaquina Cuadrado, expresó que en los ojos de su hijo  estaba el alma libertaria de la Patria.

 

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