Amado tiene la marca del terrorismo en el cuello
Amado tiene la marca del terrorismo en el cuello
Por Lourdes Rey Veitia
A Amado Jiménez Rodríguez, pocos lo conocen por su nombre, casi todos en Caibarién le dicen el degollado. Esa es la manera más autentica en la que un pueblo recuerda uno de los hechos terroristas que conmocionaron el país en la década del 70.
“Me dicen así por cariño y porque nadie ha podido olvidar lo que sucedió en las embarcaciones Plataforma I y La Aguja en 1972, cuando pescábamos en la zona de Las Bahamas”.
“Esta huella es física, no se ha borrado nunca, va conmigo a todas partes, y denuncia un crimen”, dice mostrándole la cicatriz mientras sus palabras salen casi sin poder ser pronunciadas.
“Hay una marca mas grande, esa está en el corazón”, en esa frase es perceptible la impotencia a pesar del tiempo y en sus ojos verdes aparece la angustia de aquellas horas cuando durmiendo en su embarcación de pronto siente que le dan cuchillazos en la garganta.
“Creía que soñaba, de pronto veo el chorro de sangre. No podía hacer nada. Me pongo a gritarles a mis otros tres hermanos que formaban parte de la tripulación ¡Estoy herido!
Recuerda entonces la confusión dentro de las embarcaciones, cómo le queman los dos barcos y cómo los dejan a merced de las olas en un chapín.
“Mis hermanos lloraban, yo ni eso podía hacer porque estaba casi inconciente. Con aquellos barcos se nos hundía la vida. Fue un abuso, éramos trabajadores honrados y humildes, estábamos en medio del mar, sin poderse defendernos. Los asaltantes eran seis - apertrechados hasta los dientes- con granadas y ametralladoras. Nos gritaban ofensas y repetían: ’Hay que acabarle la flota a Castro’. Fueron tres días con dos noches de terror”, rememora.
Según explica, un pescador de Caibarién comunica que vio restos quemados de la embarcación La Aguja y no ve el otro barco. Ahí comienzan las búsquedas hasta que los rescatan.
Pescador de nacimiento Amado ha contado esta historia de un tirón. Con sus 67 años, casi 37 después la recuerda intacta, mientras la narraba se tocaba la herida constantemente y tal parecía que aun sangraba y recordaba.
“Por la zona de Caibarién fueron cuatro los atentados terroristas perpetrados contra los pescadores cubanos, en uno de ellos murió Roberto Torna. Fueron las gentes de Luís Posada Carrilles, ese “tipo” aun está vivo allá en los Estados Unidos. ¿Cómo nos van a poner a nosotros en una lista que la encabezan ellos? Se preguntó con odio.
“El pueblo de Cuba ha sido víctima desde el año 1959 de un despiadado terrorismo de Estado a manos de la nación más poderosa de la tierra, yo fui una victima directa, ahora se trata de otra campaña más para desacreditar a la Revolución”, concluyó categórico.
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