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Crecer con la Memoria

HOMBRE DE 120 AÑOS

ALEJANDRO EL HAITIANO DE 120 AÑOS
Por Lourdes Rey Veitia
FOTO: René Pérez Massola
Alejandro Pérez del Sol, casi tiene 120 años. Así que aquellos que dudaban que a esa edad no se llega, esta es una prueba, de que si es posible. Vive con su hija y nietos en el Cacao, un lugar intrincado del municipio de Manicaragua, en el centro de la Isla.
Encontrarlo no fue difícil, porque todos en ese lugar saben cómo hallarlo. Pero llegar hasta él en medio de un aguacero, era casi imposible aunque Ariel , el chofer, prediciendo que también quiere tener 120 y que solo se logra cumpliendo los planes que te impongas a la vida, tomó todas las precauciones.
Era cierto, Alejandro estaba esperándonos sentado en un taburete, reclinado y todo. No tiene enfermedad más que un dolorcito en una pierna . “Es que siempre fue un hombre fuerte y si el trabajo cura y da fuerzas, entonces esa es la causa de que papá haya llegado hasta hoy “ dice Mercedes, la hija que con esmero y amor lo cuida.
El próximo 20 de agosto cumplirá sus 120 años. Llegó a Cuba con sus otros tres hermanos, cuando tenía 30 en una chalupa desde Haití. Desandando montes, cortando caña, sembrando tabaco y haciendo cualquier trabajo rudo se instaló en la zona de Manicaragua donde hizo familia y hechó raíces.
Ha dicho haber sido felíz de verdad cuando tiunfó Fidel, “él es mi padre, no me conoce, pero me ha dado todo lo que tengo, televisor, cama, médicos, medicinas “, habla en susurros, pero se entienden sus ideas que repite varias veces para acentuarlas.
Sus hábitos han cambiado y se dedica a conversar con sus nietos, dejarse acariciar por ellos, escuchar los trinos de pájaros, aveces cortar flores, mirar la mañana, o ver llover, “es que me gusta ver llover eso me recuerda a mi Haití”.
Y evoca en pocas palabras sus leves imágenes que tiene en su memoria de una tierra que abandonó buscando mejoras económicas, no por desamor. Nunca quiso volver porque ya la vida estaba echada y se había incorporado al proyecto genial de la revolución cubana.
Tenía en Cuba una esposa, tres hijos, y cinco nietos, en fin su familia. Su vida no podía ser un vaivén era bueno asentarse “lo importante es ser un hombre honrado, que busca el sustento de la casa en cualquier parte del mundo y eso si que lo he sido siempre” afirma y se le entiende con claridad la expresión.
No es el mismo, aunque si esta lleno de buenas atenciones de los niños y los vecinos de la zona que saben que es el abuelo más viejito del pueblo, el que se considera una persona muy importante. “ Cuando lo visitan se pone muy contento, los niños le traen frutas ,y el las agradece porque le gustan, ya los espera cuando regresan de la escuela , en estos días de vacaciones ha preguntado mucho por ellos pues los extraña”, asegura la hija.
A Alejandro el gobierno cubano le tiene una atención diferenciada sus años lo merecen, a él los especialistas de geriatría le realizan chequeos frecuentes y muy sistemáticos así como su médico de familia semanalmente le realiza consultas para verificar su estado de salud.
Desde que su médico le quitó la carne de cerdo no la prueba, al ron no ha sido adicto, del tabaco se olvidó un día. Eso sí, de joven tuvo sus novias y bailó danzón, mambo, chacha y por supuesto merengue, “ si me apuro todavía lo hago, aunque si le canto” Y entona una bellísima canción tradicional haitiana que nunca a olvidado, “es que esa me la cantaba mi madre y con ella se dormían mis hijos, ahora también quiero que la aprendan mis nietos” , ellos que revolotean a su alrededor y que sienten orgullo de ser parte del tronco genético de uno de los hombres más longevos de Cuba y el mundo.

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