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Crecer con la Memoria

El recuerdo de los barbudos en Santa Clara

El recuerdo de los barbudos en Santa Clara

 Por Lourdes Rey Veitia

 

 Terencio Pozo, recuerda su llegada a Santa Clara el 6 de enero de 1959. Lo hace a la altura de estos cincuenta años con la misma  sonrisa con que arribó al centro del país desde  Oriente aquellos días de especial alegría.

“Veníamos llenos del triunfo,  con la mochila cargada de esperanza y sabiendo que el camino que teníamos por andar sería difícil, pero seguros porque estábamos al lado de Fidel”.

Conocido aquí por “Flauta” debido a su esbeltez  y la delgadez  que casi fue “extrema” al llegar de la Sierra es también el hombre del peso. “Yo estoy en esa imagen que está al dorso del billete de a uno, de los que tienen la  foto de la caravana entrando a La Habana  con  el Comandante en Jefe en un tanque, todavía me parezco”, cuando dice esto  en su rostro es perceptible que aquella  fue una  generación  que hizo acciones que hoy parecen místicas y que son símbolo de la tenacidad de la juventud cubana de hace medio siglo atrás.

 “Llegar a Santa Clara era arribar a la mitad de la Isla, a la ciudad donde días antes  el combate había sido fuerte  el combate,  todavía se  observaban las huellas de la pólvora.  Había eufória,  se veía la victoria en los rostros de las personas,  pasamos por toda la carretera Central, entramos por la calle Maceo hasta el parque Leoncio Vidal, por todo el trayecto nos esperaba el pueblo. En el parque la muchedumbre era inmensa, recuerdo que una joven me  tomó por el brazo y me arrancó el brazalete del 26 de julio porque quería tener un recuerdo de los barbudos”.

 “Luego Fidel habló desde uno de los balcones de la actual Biblioteca Martí, lugar donde antes lo había hecho Máximo Gómez y donde  se le rindió  después homenaje al Che y sus compañeros de guerrilla. En aquel  discurso el líder  de la Revolución explicaba que el camino recién  empezaba, que estaría lleno de malezas, que habría que seguir luchando y batallando. Cuando terminó, del pueblo empezó a cantar  por primera vez en público el himno del 26 de julio, aquello sonó de maravilla, parecía que lo habían ensayado muchas veces. Aquello fue apoteósico”.

Este 6 de enero otra vez los barbudos entrarán en Santa Clara  y como siempre en esa rememoración lo harán con pañoletas ondeando al aire, con  los sueños cumplidos. Terencio lo sabe y  asegura: “Valió la pena luchar. Son muchas las razones por las que luchamos, pero solo por la  felicidad de  los pioneros  valió la pena, cada vez siento más orgullo de aquellos días”, sonríe y su sonrisa se confunde con  la de los pioneros que lo escuchan.

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