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Crecer con la Memoria

Elpidio Sosa: mi forma de honrarlo fue la luchar

 Su prima y un amigo recuerdan a quien vendió su empleo para aportar ese dinero a la laucha revolucionaria del 26 de Julio de 1953

 

 Por Lourdes Rey Veitia

 Foto Roberto Carlos Medina

 

Al iniciar la conversación  es perceptible que Aida Sosa y Emilio Guirola tienen un nudo en la garganta.  Ella confiesa  que el corazón se le vuelve miel al hablar de su primo más querido y a Emilio le cuesta recordar al amigo de la niñez.

Ambos evocan a Elpidio Sosa con la mayor de las noblezas, y con el dolor latente -como si el tiempo no hubiera pasado- y ya hace 57 años que su muerte enlutó la familia.

“Tenía por virtud la de ser justo hasta el infinito, no le gustaban los atropellos, ni los abusos, era una persona integra, recta, honesta”, precisan los dos

Cuando supieron que era una de las victimas del asalto al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, el 26 de Julio de 1953 todos quedaron confusos, pero conociendo de sus convicciones podría esperarse un actuar intachable.

“Mi tía nunca se recuperó de la pérdida, comenta Aida. Yo lo sentí tanto que a veces lo he llorado en mi soledad, es que era un ser humano especial al punto de querer colaborar hasta lo infinito con el movimiento revolucionario que vende su empleo por 300 pesos, esa acción dice mucho de su carácter de lo que estaba dispuesto a dar , incluso morir”, asegura ella.

Emilio con más ecuanimidad  habla del muchacho que  compartió la secundaria y que la tuvo que dejar para ayudar a la familia, pero que siguió estudiando mecanografía, taquigrafía e Ingles para superarse, “luego se fue para La Habana, simpatizaba con Eduardo Chivas, era miembro del partido Ortodoxo y conoce a Fidel, de ahí al Moncada solo fue un paso”, aseguró el amigo que es también esposo de la prima

Aida lo escucha emocionada y apunta “cuando supimos de su muerte yo temblaba, aun siento el escalofrío de aquel día,  diría que experimente rabia, odio, impotencia , lloré…  eran muchos sentimientos unidos y ninguno positivo hasta que me dije ’ te toca hacer a ti lo que él ya no puede’ . Así me incorporé a la lucha, formé parte del movimiento 26 de Julio en Sagua la Grande y participé en la huelga del 9 de abril de 1958 como una combatiente activa, esa era mi única forma de honrarlo”.

 

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