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Crecer con la Memoria

La Plaza fue una bandera


Lourdes Rey Veitia

La Plaza de la Revolución José Martí fue una inmensa bandera.
Era impresionante ver los colores blanco, azul y rojo en medio de la multitud como un gigante arco iris que modulaba la vista en una gama de matices.
Era la Plaza una bandera… y era la misma bandera que un día llegó a Cárdenas y que se llenó de dignidad con la sangre de este pueblo en la manigua. Era la bandera de Baraguá, la que Martí quiso encima de su tumba, era la bandera de la Caravana de la Libertad, la de la Victoria de Girón, era la nuestra, la de la estrella solitaria que” ilumina y que mata”, la que nos acompaña en horas ciertas como la de esta mañana, la que nos hace levantarnos en las vicisitudes, es la bandera de siempre: La cubana.
Allí estaba ondeando emancipada, en las manos de los jóvenes, esos que saben que llevaban en sus manos la historia resumida para continuar la obra y preservar la Patria que fundamos. Esa bandera inspira, ennoblece, ensalza el espíritu, esa bandera es la que si es deshecha en menudos pedazos tendrá en sus propios muertos siempre brazos para alzarse por ella.
Fue la Plaza una bandera y con ella se fue feliz.
Feliz estaba Raúl viendo a los jóvenes cerrar el desfile con el estandarte en lo más alto, desde mi televisor lo vi. sonreír al paso de la Colmenita y su sonrisa era el símbolo de la gloria vivida. Esa bandera estaba envolvía a todos de felicidad...
Era la Plaza de Martí una bandera, era feliz Raúl, el pueblo que lo acompañó estaba eufórico de compromiso, junto a una Martí eterno y la bandera nuestra. Era una bandera la Plaza y con ello se dice todo lo que es Cuba: Integridad, Socialismo, Internacionalismo, Patria…

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