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Crecer con la Memoria

Chávez, eternamente Chávez

 

El Che te espera para seguir juntos guerreando en la batalla

 

 Por Lourdes Rey Veitia

 

Varias horas ha estado en blanco esta cuartilla sin saber como comenzar a escribir estas líneas. Desde que supe la noticia quedé paralizada.

Después del primer impacto desconsolador a mi memoria han venido imágenes imborrables que siempre las he guardado como la página más cuidada de mi archivo.

Al presidente Hugo Chávez Frías lo recuerdo  en el aeropuerto Abel Santamaría, cuando llegó a la ciudad de Santa Clara para desde la Plaza Comandante Ernesto Guevara  protagonizar su programa Alo Presidente, estaba eufórico, diría que ansioso por llegar al Mausoleo del Che.

Lo veo en el museo interesándose por el más mínimo detalle de la vida del Che en Las Villas, lo vuelvo a ver en aquella respetuosa pose militar frente a la estatua del Guerrillero Heroico, y confieso; he llorado.

Rememoro aquel día, y a pesar de que era el 14 de octubre de 2007, había Sol. Transitó por varias arterias de la ciudad de Santa Clara a bordo de un jeep militar y en el trayecto el pueblo lo saludó sabiéndolo el líder de América, en cada esquina se agitaban pañoletas y banderas, se le obsequiaban flores…  se entonaban himnos de guerra y victoria. Aun me parece verlo responder cariñoso al saludo popular…

Inolvidable es su rostro emocionado ante el nicho del Che y su voz fuerte entonando "...para siempre tu memoria plasmada en molde de gloria", una estrofa de la canción que Alí  Primera dedicada a Guevara.

Pero lo que con más intensidad vuelve a mi memoria es aquella conversación telefónica  que sostuvieron  Chávez y Fidel aquel día en medio del programa. “Fidel y Chávez conversando en la Ciudad del Che”, decían los presentes y la conmoción era visible.

El silencio inundó el lugar y hablaba la historia. Fue una conversación entre tres porque el Che desde su pedestal parecía escucharla con atención. Ese Che que mira al Sur, ese Sur que ha sido desvelo de Chávez y preocupación de Fidel, tal como antes lo fuera de Bolívar y Martí.  En cada palabra que intercambiaban afloraba América y el Che porque América es la esperanza del mundo y el Che sembró ideas y conciencia.

Desde mi balcón hoy, como casi todos los días, miro la estatua al Che. Es un día frío, nostálgico, invade la tristeza, pero siento que el Che, desde el silencio de su altura, sabe de tu pérdida y no me permite llorar.

 No tengo dudas que el Che te espera para seguir juntos guerreando en la batalla, para como gigantes hacer inmensa a América, para impulsar glorias que lleguen Hasta la Victoria Siempre.

 

 

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