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Crecer con la Memoria

NOTABLES DIFERENCIAS

Por Lourdes Rey Veitia

Rara vez la imagen de una tradicional tortilla de maíz latinoamericana ha sido vista por televisión. Cientos de veces al día la hamburguesa McDonald es apreciada en un primer plano de ese medio.

Un joven neoyorquino de dieciocho años ha podido haber visto más de 350 mil spot publicitarios desde su nacimiento, eso es porque se difunden ráfagas de spot cada doce minutos aproximadamente en su país y porque la concepción de las series televisivas allí ya tienen en cuenta, previamente, la posibilidad de incluir estas secuencias publicitarias. Detrás corre el dinero de patrocinadores, empresas y transnacionales.

En 1990 la guerra del Golfo Arábigo Pérsico estallaría, nada impedía ya que la verdad del hecho se conociera sin el enfoque recolonizador en los mensajes de los medios dominantes.

Un hombre en legítimo derecho quiso hacer valer su deber de padre. Necesitó siete largos meses para lograrlo. Las cadenas televisivas de los Estados Unidos se encargaron de construir un show, día tras día, con el caso del niño Elián González. En las mesas de los ejecutivos de esas cadenas televisivas se firmaban cheques emitidos por la mafia anticubana de Miami. Ese hombre era cubano.

En Afganistán, luego de los sucesos del 11 de septiembre en los Estados Unidos, solo una emisora televisiva del mundo, Al-Jazira, difundía las imágenes de las represalias de Estados Unidos a aquel país. Ese desastre pocos en el mundo lo vieron.

En Venezuela la televisión movía fichas contra el presidente constitucional Hugo Chávez.

Nada, la prensa es dominación y los medios son clasistas, “está suficientemente demostrado toda la falsedad que encierra el llamado libre flujo informativo, sobre la base de los férreos controles de los medios transnacionales y los instrumentos locales caracterizados por su dependencia”[1], como afirma Ernesto Vera en su libro Periodismo y Democracia en América Latina.

Según Raúl Sahr en Historia y Poder de la Prensa dice: “La verdadera fuerza de la prensa es ser la piel del poder. En total normalidad el 60% de la información que se convierte en noticia es oficial. En cambio se establece la doctrina de seguridad en épocas de crisis para regular la información, de esta censura no se escapa nadie en este mundo.”[2]

Vale preguntarse:

¿Quiénes son los dueños de los grandes canales, de los satélites, de los recursos, de las cadenas repetidoras?. ¿Hay algún país del tercer mundo con capacidad para ello?

Para nadie es un secreto además que estas transnacionales  de la información están controladas por megagrupos en cuyo seno están las mayores marcas y firmas planetarias, firmas multiproductoras, que producen desde televisión, películas, videos, libros, casetes de juegos, es decir, todo tipo de servicios, añádase también que ellas cuentan con los más elevados, agresivos y sofisticados medios de promoción, disponen del estudio del mercado, de equipamientos tecnológicos, producción de efectos especiales que les sirve para fabricar la imagen más demandada, imponer la que deseen o la que se necesite.

Pero la situación en la actualidad se complejiza cada día con los avances tecnológicos, la informatización del mundo y la era de INTERNET.

 Ignacio Ramonet[3] en más de una ocasión ha escrito que puede haber un alto sentido de la ética por parte del periodista, y que debe haber por parte de quien recibe la información una alta exigencia, incluso, llega a escribir en alguna ocasión, que tiene libertad y casi obligación el individuo que ha informado de cambiarse de medios de comunicación, de buscar siempre la verdad y el ejercicio de la razón.

Pero en el mundo todo el andamiaje está armado para que la tortilla de maíz siga sin verse en televisión, para que otras guerras pasen sin que sus realidades y consecuencias sean descubiertas. Todo parece indicar que seguirá la televisión llevando presidentes al poder, cambiando ministros, subiendo la bolsa de valores de Nueva York. Otros ingenuos seguirán tras la compra sin límites de portavajillas, soñarán con el último carro del año que creen podrán adquirir en un concurso, o el crucero de moda, otros seguirán aspirando la vida de los personajes de la novela del día.

Cabe reflexionar, si las agencias AP y UPI difunden diariamente 35 millones de palabras, la Reuter y la AFP en conjunto solo cinco millones, mientras el pool de las agencias de los países no alineados solo logran trasegar unas cien mil palabras, al hacer la conversión a imágenes es evidente la desventajas entre las transnacionales y los canales territoriales que puedan existir.[4]

Mientras la propaganda silenciosa, el dinero y la manipulación hacen estos estragos, pocos miran la cultura de los pueblos, sus costumbres casi se olvidan, pero las advertencias están hechas pues “La nación cuyos medios de difusión están dominados por el extranjero no es una nación”[5]. Eso le sucede a muchos en el mundo. En cambio en Cuba  con errores y defectos la prensa es de los cubanos, hay  radio en los municipios y hasta 101 canal de televisión en las más intrincadas comunidades que tienen la misión de hacer ver la  realidad de esos lugares.  Y el contenido de las informaciones que allí se divulgan  jamás responden a la crónica roja, ni a los crímenes,  ni a  noticias espectaculares, no son  chismes de alcoba, ni  intrigas de quienes están en el poder. Por el contrario son informaciones valiosa puede que hasta simples y sencillas pero sin el matiz sensacionalista y si con un fin educativo, con una base sólida de conocimiento haciendo valer el humanismo de la realidad que construimos.

 En esas emisoras está la identidad, el folclore, las costumbres, las vivencias acumuladas, las problemáticas sentidas aparecen en pantalla, algo  semejante no sucede en ningún otro lugar del mundo.

Pensemos cuándo vamos a expresar el modo de ser, de comportarse diariamente el latinoamericano, sus identidades,  porque los países de Nuestra América no son pobres culturalmente y nunca o casi nunca se reflejan a no ser Tele Sur.

Los medios en el capitalismo, por su orientación clasista,  manipulan, promociona los valores de la burguesía, estimula a la fragmentación comunitaria, desvaloriza las necesidades reales y utiliza a la politiquería como instrumento de participación.

Así andan las cosas en este mundo, nadie puede negarlo, en  Cuba en cambio los

 

esfuerzos  son múltiples y diversos para que la realidad de la Isla sea vista con la mayor

 

objetividad y credibilidad .



[1] Ernesto Vera: Periodismo y democracia en América Latina. Globalización e Integración Regional. Editorial Pablo de la Torriente. La Habana, 2000 p. 6.

[2] Raúl Sahr. Historia y Poder de la Prensa. Editora Política. La Habana.1998 p. 26

[3] Ignacio Ramonet, uno de los estudiosos de los medios de comunicación mas respetado en el mundo. Ha sido editor, corresponsal y director de importantes periódicos de prestigio internacional. Tiene una posición radical ante el fenómeno de la información, parte del respeto al receptor del mensaje y la objetividad de este. Ver Ignacio Ramonet, La tiranía de la Comunicación. Ed Siglo XXI México 1996. (Incluye trabajos del Libro Propaganda Silenciosa), p 110.

[4] Ernesto Vera: Periodismo y democracia en América Latina. Globalización e Integración Regional. Editorial Pablo de la Torriente. La Habana. 2000 p 26.

[5] José R Vidal: Conferencia: ¿es inevitable la recolonización cultural? Universidad de La Habana, 2000, p 33.

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